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¿Qué sucede si guardas tus emociones?

¿Qué sucede si guardas tus emociones?

Este artículo te describirá de manera breve que sucede si guardas tus emociones, y que hacer para evitarlo.

Es cierto que enojarse, sentir indignación, rabia e impotencia son respuestas normales de los seres humanos frente a situaciones o personas que no toleramos. En su origen, estas responden a un sistema de defensa que nos es útil en muchas circunstancias.

Entonces, ¿qué sucede si guardas tus emociones?, los estados emocionales intensos, que nos invaden y hacen perder la cabeza, nos llevan a reaccionar con violencia, insensatez y sin prever las consecuencias.

Lo más alarmante es que este tipo de respuesta o reacción se han ido convirtiendo en una forma habitual de manejar situaciones cotidianas. En esto radica el éxito de la película argentina Relatos salvajes, nominada al Óscar. Esta producción muestra una serie de situaciones de la vida cotidiana, en las que las personas pierden los estribos y llegan al límite al dejarse dominar por la rabia, los deseos de venganza y la frustración.

Cuando esto sucede se pueden ocasionar daños irreversibles, lesionar las relaciones con las personas y hasta afectar la salud y paz interior, razones de peso para tomar la decisión de controlarlas.

Aunque es una realidad que no siempre resulta fácil mantenerse en los cabales y controlar estos sentimientos, ya que pueden llegar a ser muy fuertes e intensos, también lo es que la capacidad para controlar las llamadas emociones negativas es una habilidad que se puede desarrollar.

Es posible hacerse hábil manejando con asertividad la frustración en los momentos difíciles y tensos, tener más opciones sobre cómo actuar cuando estos se experimentan, modular la intensidad de las reacciones y evitar que se formen escaladas cuando el enojo, la frustración o la impotencia nos llevan al explotar.}

Que experimentarás si reprimes cada una de tus emociones

1- Puedes acabar explotando

Cada vez que nos guardamos algo dentro, que bloqueamos nuestras emociones, vamos haciendo más grande la bola, y corremos el peligro que acabe explotando. Según la personalidad de cada uno la explosión será mayor o menor, pero poco a poco comenzamos a agobiarnos porque perderemos el control y la gestión de nuestras emociones y lo habitual es actuar de forma agresiva. Diremos cosas muy dolorosas tras tantas emociones reprimidas. Puedes herir a muchas personas, sin descartar la agresión física.

2- Corres riesgo de depresión

Hay personas que no llegan a explotar de cara al exterior, pero los daños internos son tan graves que pueden acabar sumidos en una profunda depresión. Se quedan sin defensas que les protejan, no encuentran solución alguna para sus problemas y con las emociones reprimidas al límite de la desesperación aparece la temida depresión.

3- La somatización

Quizá sea una de las consecuencias más desconocidas de reprimir nuestras emociones. Estamos ante un proceso donde los problemas emocionales se convierten en problemas somáticos. Entonces, tu organismo manifiesta en forma de dolor lo que no te atreves a decir. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando tenemos problemas y nos duele la cabeza o la espalda (solemos decir lo de “además, me duele la cabeza” cuando debería ser “por eso me duele la cabeza”).

4- Daños en el organismo

Pero más allá de esas migrañas o dolores de espalda, el hecho de reprimir ciertas emociones te puede dañar varios órganos. Cada una de las emociones están relacionadas con un órgano, así un exceso de ira te puede acabar provocando problemas de hígado, los excesos de miedo dañan los riñones y la vejiga, la ansiedad tiene efectos sobre el estómago, el bazo o el páncreas y la tristeza excesiva daña los pulmones.

Además, dentro de los tipos de emociones que existen, en particular con las positivas al contrario de lo que parece éstas también pueden causarte problemas en tus órganos vitales. El corazón o el intestino delgado pueden verse dañados por los excesos de alegría o la hiperexcitación. Por su parte, un exceso de dominio y autoridad sobre los demás nos puede acabar provocando desequilibrios en el intestino grueso.

5- Adicción a los medicamentos

Si la palabra adicción te resulta muy fuerte la puedes cambiar por dependencia, pero lo seguro es que muchas veces iremos al médico para que nos trate estos dolores con los que nuestro cuerpo manifiesta esa represión emocional, y si no nos abrimos ante el galeno -cosa que no haremos- lo más seguro es que nos recete algún medicamento para el dolor. Sin embargo, no hay medicinas que curen la represión emocional y por muchas pastillas que tomemos nuestros dolores y problemas no desaparecerán hasta que dejemos de reprimir nuestros sentimientos y emociones y expresemos todo lo que creemos y sentimos.

6- Problemas de tiroides

Otra de los efectos secundarios de reprimir las emociones son los problemas de tiroides, ya sea hipotiroidismo o hipertiroidismo. Si hablamos de hipotiroidismo -funcionamiento insuficiente de esta glándula- tendremos dolores musculares, cansancio, tristeza y desánimo.

En cambio, cuando se produce cierta frustración o rencor por reprimirnos tal como somos y actuar según lo que esperan de nosotros los demás, o cuando nos planteamos objetivos difíciles de alcanzar y queremos llegar a ellos lo antes posible podemos sufrir de hipertiroidismo, aumentando el metabolismo.

¿Qué puedes hacer para controlar tus emociones?

Tener conciencia

El primer paso es estimular la capacidad de autoconciencia Esforzarnos por conocer lo que sentimos y pensamos para identificar lo que nos lleva a reaccionar de manera impulsiva y explosiva. Los motivos pueden ir desde querer imponer nuestra voluntad, creer tener siempre la razón, sentirse tratado injustamente, hasta estar permanentemente bajo presión o padecer ansiedad, estrés o miedo. Algunas características personales como alta susceptibilidad, rigidez, inseguridad o inmadurez emocional también son factores que predisponen a perder el control.

Verbalizar las emociones

Aunque en algunos casos es prudente quedarse callado, es importante poder hablar sobre los sentimientos. Cuando ponemos en palabras las emociones, estas se experimentan con menos intensidad, ya que el verbalizarlas les da una especie de edición a los sentimientos. Hablar, además de que nos lleva a buscar la manera de solucionar los conflictos y no quedarnos en los estados emocionales, tiene el efecto de ayudar a no acumular descontentos ni resentimientos que pueden hacer ver la situación como irremediable.

Pensar antes de actuar

Ganar autocontrol, una de las habilidades más importantes de la inteligencia emocional, implica el desarrollo de una serie de acciones que se convierten en alternativa a las reacciones desmedidas.

Existen diversas estrategias, como aprender a escuchar sin reaccionar o interrumpir, evitar usar un tono de voz agresivo o un lenguaje corporal que indique que se está a la defensiva, mantener la paciencia y elegir el mejor momento para actuar.

Es importante hacer estos ejercicios de identificación y reconocimiento de las emociones que permite manejarlas mejor.

Pare y respire profundo

  1. Identifique los síntomas previos al ataque de ira: apretar los puños, palmas de las manos húmedas, boca seca, taquicardia, respiración agitada, visión nublada, músculos tensos, y sudor.
  2. Hacerse un fuerte llamado de atención a sí mismo: “¡Cuidado… estoy al borde de un ataque de ira!”
  3. Cambiar alguna posición del cuerpo: descruzar una pierna, abrir los puños, poner las manos en sus bolsillos, cerrar por un momento los ojos, tomar un poco de agua, etc.
  4. Una buena respiración es un tranquilizante natural: ayuda a regular su ritmo cardiaco y a centrar sus ideas y volver sobre sí mismo.
  5. Mientras recupera el control, hable más despacio, absténgase de decir todo lo que siente o retírese de la escena. Tome un poco de distancia de la situación o persona con la que se está enfadado.

Al no interrumpir se permite que la persona con quien se discute termine las frases. Esto no tiene nada que ver con evadir la situación; solo es un manejo inteligente y equilibrado que, con seguridad, le dará otro final al enfrentamiento. Buscar soluciones al conflicto.

Felicidades, ahora ya sabes que sucede si guardas tus emociones, aplicando estos consejos, podrás tener más control de ti y mejorar tus relaciones interpersonales.

¿Realmente, merece la pena decir todo lo que piensas?